¿Alguna vez te han invitado a un “chochal”? Pues nosotros te sugerimos esta maravillosa reserva cuyo nombre te van a explicar cuando vayas (y no es lo que crees)
Ruta
Desde Bogotá se toma la vía a Guasca, normalmente es más corto por la vía a La Calera. Nosotros nos hicimos una parada en el Café de la Huerta, a un poco más de una hora de Bogotá por vías pavimentadas, y luego nos dirigíamos a las lagunas de Siecha. Sin embargo, allí en el Café (que, a propósito, es un lugar muy bonito y venden comida deliciosa) nos contaron que para ir a las lagunas, se requería reserva previa y acompañamiento de un guía.
Decidimos improvisar un poco y buscar en waze alguna ruta hacia Siecha, sabiendo que no íbamos a poder ingresar. Sin embargo, comenzó a llover y se tornó imposible la ruta. Buscamos algún otro sitio cerca, a pesar de la lluvia y encontramos por casualidad este tesoro escondido que es el Chochal de Siecha.
La vía es complicada si va en auto normal, sobre todo en invierno. Sin embargo, los paisajes son increíbles y el auto llega hasta un punto a 500-600 metros de la entrada de la reserva y se puede caminar el tramo faltante. Si el auto es 4×4 seguramente sí podrá llegar hasta la entrada y dejar el auto en el parqueadero de la reserva.
Experiencia
Para nosotros fue una magnífica experiencia. Dado que el paseo fue improvisado, la sorpresa fue aún mayor en el sentido positivo, a pesar de la lluvia y el frío, habituales en el páramo. La ruta fue un poco retadora para el auto, pero realmente se disfruta si uno va sin afán. Paramos varias veces a tomar fotos y respirar aire puro. Incluso tomamos un breve baño de llovizna paramuna. El último tramo del vehículo, pasando un alto donde la mayoría deja el carro, es en bajada y nos preocupaba la subida al regresar (de salida), pero lo logramos.
La reserva es un sitio increíble. Tiene un recorrido que dura entre 1 y 2 horas, según el ritmo de cada quien. Nosotros lo hicimos bastante pausado, alimentando algunos animales de granja, tomando muchas fotos y huyendo de una de las ovejas que nos perseguía 🙂
Don Luis Bernardo y quienes lo acompañan en la administración del sitio son muy amables y agradables para conversar durante la caminata, que no es muy exigente. En el lugar se ofrecen algunas comidas y bebidas a precios razonables. También hay opción de hospedaje. Algún día la tomaremos.
Para los niños fue una experiencia entretenida y educativa. Disfrutaron con los conejos, las gallinas, las ovejas, los perros y demás animales que allí viven. Incluso vieron algunos colibríes que no son tan comunes, como el de cola larga. Estuvieron muy entusiasmados a pesar de la lluvia que por momentos nos puso a dudar y finalmente cedió durante el recorrido.
El sitio
Es un sitio hermoso, una reserva que nos sorprendió por lo poco conocida que es y lo bien cuidada que está. Hay partes de la reserva que parecen lugares mágicos, como la quebrada que corre en medio del musgo o la forma como han adornado las rústicas cabañas de hospedaje. Es un sitio frío, desde luego, y con clima de páramo, pero la calidez de una muy buena atención. Cuando se despeja, permite además una vista hermosa.
En la página web está toda la información y los números de contacto para quienes quieran darse este lujo de paseo.
Recomendaciones de familia
Si van en auto tradicional, no se estresen. Dejen el carro en el alto y caminan. Ojalá lleven botas de caucho e impermeable, para que no se mojen mucho durante la caminata. Desde luego, llevar cámara (sería imperdonable no tomar fotos de semejantes paisajes) y si pueden una muda de ropa para que los niños puedan recorrer libremente, tirarse en los prados, tantear el agua de la quebrada y cambiarse para que el regreso no implique llevar puesta ropa húmeda. Tómense el tiempo de ver las flores, de alimentar los animales, de respirar y ver las aves. Si van a consumir alimentos, cuéntenle a ellos para que los tengan listos de forma oportuna.
